Este texto, brutalmente honesto, la escribió Sylvia Plath con 17 años, en una carta dirigida a un amigo (enero 1970).
Líneas antes: "Es un alivio encontrar a alguien con quien hablar sobre la vida. Creo que la compañía espiritual, en un mundo tan superficial, es muy necesaria".
"Pero hay algo que invade el interior de nuestra mente y alma cada día. En todas las casas hay una radio. Es cierto, nos mantiene en contacto con el mundo, pero, hay muchísima drama inútil y de sus ondas emana música mediocre que hipnotiza a todos aquellos que son demasiados vagos como ara pensar por sí mismos.
¡Y la TV! Tener una TV se ha convertido en el objetivo de, incluso, las familias más pobres; sentarse frente a una pantalla yver los vodeviles ordinarios, el baseball y el fútbol, que tan de moda están en el país.
Es tan fácil acallar el pensamiento.
Es tan fácil ser arrullado a un estado de ensoñación, semiinconsciente, por este entretenimiento que anestesia nuestra inteligencia creativa.
Prefiero, cien veces más, leer un libro o crear imágenes en mi mente, que dejar que otras personas piensen por mí. Creo que todo el mundo debería pensar o imaginar por sí mismo.
¿Para qué vivir si no somos más que un eco y un reflejo?
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