¿El legado de PPK?

De Beatriz Boza
Socia EY, Líder Regional de Gobierno Corporativo, Empresas Familiares y Empresas de Alto Crecimiento en EY (Ernst & Young)
Publicado el 28 de marzo de 2018
http://semanaeconomica.com/article/management/gerencia/272913-el-legado-de-ppk/


El deterioro institucional va a ser uno de los legados del gobierno del ex presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK). El máximo representante de la nación faltó a la verdad públicamente. No sólo eso. Reconoció haber ganado “alguito” (léase: más de US$ 700 000) fruto de un percibido conflicto de interés. Y no supo explicar su falta de “prolijidad”.



Pero lo peor no fue eso, sino que desde el sector privado no deslindamos oportuna y tajantemente con ese modo de proceder.

¿Con qué legitimidad podemos exigir a los empleados que actúen con integridad o cumplan un código de ética si nos hemos quedado callados?.

¿Cómo podemos esperar que un gerente no emule a PPK si no nos distanciamos y sancionamos oportuna y públicamente esas conductas?.



No es de extrañar que la ciudadanía pueda estar quitándole el beneficio de la duda al empresariado y se piense que la empresa privada es sólo un ave de rapiña que exige seguridad jurídica para defenderse de los ‘otros’ pero ‘hace su agosto’ para ‘nosotros’.

La economía ya está sufriendo el golpe de la incertidumbre política y de tanta desconfianza hacia todo y todos. Nadie se salva: políticos, empresarios, funcionarios públicos de todos los niveles de gobierno. Según desde qué lado veamos la calle, parecería que el problema era PPK o un gobierno débil, otros dirán que era el Congreso o los ‘Avengers’ o Keiko, y otros enfilarán contra los medios de comunicación. Es como si el problema fuera de los ‘otros’, fruto del entorno institucional peruano tan chicha que está fuera de nuestro control y, por ende, es poco o nada lo que uno puede hacer, salvo criticar y salir a marchar. ¿Es eso realmente así?.



Hay mucho que podemos hacer. Mucho, desde cualquier organización y, sobre todo, desde el sector privado. Y es imperioso hacerlo ya. En su defecto, sólo estaremos enquistando aún más la cultura de la impunidad. Para comenzar, algunas de las medidas que podemos tomar incluyen:


1. Al directorio le toca poner en agenda el rol de los valores en la organización y así reforzar el ADN (lo que los anglosajones denominan el tone at the top). No es un tema abstracto sino muy concreto; pueden, por ejemplo, indagar sobre qué se está haciendo para garantizar el respeto a las personas y/o la honestidad en la toma de decisiones.



2. El máximo ejecutivo de la organización puede darle al componente ético la prioridad que le corresponde, abordando como primer punto en su comité de gerencia algún incidente, externo o interno, que sirva para generar una conversación en torno a principios de actuación y, sobre todo, a como éstos se concretan en la realidad. La coyuntura es una fuente inagotable para estos temas de conversación; basta pensar en las noticias sobre conflictos de interés, carteles, prácticas restrictivas de la competencia, plagio o corrupción.

3. Cada líder de algún equipo de trabajo puede incorporar aspectos éticos en sus intercambios para ir generando conciencia a la luz de la experiencia concreta de los miembros.

4. En la contratación de proveedores se puede incidir sobre diferentes aspectos de integridad, respeto y valores.

5. Y a nivel individual podemos preguntarnos por qué no robamos de la cartera de la amiga en el cine, teatro o reunión:
¿Es porque está prohibido?.
¿Por miedo a que nos ‘pesquen’? .
¿Por temor al rechazo o al castigo?, o será quizás por que,
¿No somos ladrones?.

Si la respuesta es esta última, podemos abordar conversaciones sobre valores desde la persona para irradiar entre nuestros colegas y familiares, la idea de cómo en ejercicio de:

- Nuestra identidad (¿quién somos?)
- De nuestra libertad (¿qué hacemos?)
- Le damos forma a nuestros valores (¿en qué creemos?).

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Mi opinión:

El deterioro al que hace alusión Beatriz, habría que añadirle la decepción de quienes apostamos por la figura decente y tecnócrata que supuestamente le dotaba PPK a la máxima investidura de la nación. Así mismo, "la mancha oscura" que cubre a los empresarios más representativos de la industria del país (sin ser parte inherente del estado), es parte de dicho deterioro, institucionalizado.

Hay un deterioro de comportamiento muy marcado, muy enraizado, muy añejo, muy profundo, que hasta puede considerarse como parte de nuestro ADN, como parte inherente de nuestra idiosincracia, seguimos patrones de conducta alejados de la ética, de las normas, de las leyes, del bien común. EL SENTIDO COMÚN, EN NUESTRO PAÍS, ES EL MENOS COMÚN DE LOS SENTIDOS.

¿Podremos cambiar tales conductas?.
Difícil, pero no imposible, pero no lo busquemos o esperemos de "alguien de fuera de nuestra humanidad", sino dentro de cada uno de nosotros, y por ende, dentro de cada uno de nuestros hijos.

Entonces, pongámonos a trabajarlo desde ya.

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