Una breve retrospectiva de nuestra historia socio-política

 

Solo pretendo evitar que se acentúe más, y muy fuerte aún, la brecha entre nosotros mismos.

Va a costar lograr consensos y unidad como país por dos aspectos fundamentales; primero, cada uno tenemos raciocinios diferentes, segundo, nuestra clase política es mediocre.

Todos, y cada uno a la vez, tenemos nuestra propia estructura de conocimientos formada desde muy temprana edad, en condición de adultos nuestra perspectiva de vida en común es diferente, nuestra ulterior estructura de conocimientos logrará, en consecuencia, nuestro actuar, nuestro hablar, nuestras decisiones.

Nuestra clase política se ha formado en base a intereses subalternos, salvo escasas excepciones, lo típico es el agrupamiento de personas, cada periodo electoral, coadyuvado con la existencia de una crisis social y/o política. Es mediocre porque no hay formación partidaria, lo que existe es un remedo que intenta cumplir con lo mínimo requerido, no hay renovación formal de cuadros, ¿ellos serían lo mismo si no existieran normas que intentaran orientar su conducta?, la respuesta es obvia, ¡no!, no lo hacen aun cuando es lo correcto, como en otros aspectos sociales se aplica aquello de “Pepe el vivo”.

Hoy estamos distanciados de quienes piensan diferente, ¿la razón?, la coyuntura política. Nuestra débil, y mayoritaria, estructura de conocimientos nos condiciona a no entender, lo que sucede en el país, quienes pueden ayudar en este proceso de entendimiento, (prensa escrita, TV), no lo hacen, deliberadamente, poniendo en riesgo nuestra coexistencia. Aristóteles decía que todos somos animales políticos, bajo el contexto de que, política es la convivencia armónica en común, bajo el libre albedrío, estableciendo “las reglas de conducta” en la sociedad, con tal propósito.

Alcanzamos una polarización social desde dos frentes radicales, realmente radicales y extremistas, sus actores creen que están en la oportunidad de lograr su cometido a cualquier costo, ¿el fin justifica los medios?, no, la pregunta que todos debemos responder, es; ¿qué condiciones realmente nos ha puesto en esta encrucijada?

Nuestra capacidad de; discernir, entender y decidir, en materia política, como en otras, es débil, demasiado débil, y claro, explicado por la baja comprensión lectora y limitado razonamiento matemático como promedio en el país, cavando aún más la brecha social, y a su vez, por las limitadas políticas de estado, en materia de educación, ¿deliberada?

Nuestra clase política y sistema judicial, son un dechado de vicios que se fue asentando con el tiempo cada vez. Quienes lograron alcanzar una cuota de poder tenían mayores intereses subalternos por sobre los de la nación, con un “sistema de corrupción” que despilfarra en promedio unos veinte dos mil millones de soles, POR CADA AÑO, (informe de la Contraloría General de la República del 2020), creando una idiosincrasia política que a la postre es menos que mediocre, en su defecto, ¿cómo explicamos que tenemos gobernadores regionales con procesos judiciales o encarcelados o los últimos seis ex presidentes del país, con procesos por receptación o solicitud de sobornos, por recibir ingentes cantidades de dinero para costear las campañas electorales y no transparentarlo como corresponde.

La conducta “turbia” del comportamiento al más alto nivel, que se ha ido generalizando y reforzando en el tiempo, implicaría que; por un lado, a los de turno, les importa poco o nada el bienestar de la nación, o que no lo merecemos, o que somos incapaces de entenderlo y por ende incapaces de cuestionarlo. Ese contexto, que también es parte de la historia universal, tanto en sociología como en biología, genera lo que se denomina, caldo de cultivo[1], y por otro lado, trasciende en la sociedad, sobre todo, y con mayor énfasis, si tales comportamientos “turbios” derivan en impunidad, “normalizándolo como idiosincrasia” lo que es un agravante o un cáncer en ciernes, (términos médicos), que, de permitir su expansión, logrará una metástasis del cual no se saldría sino con una contundente cirugía, con gran impacto en la sociedad, a fin de tener un “cuerpo sano”.

So pretexto de convivir en democracia se esgrimen razones superfluas para imponerse en la sociedad obviando, deliberadamente, sus propios antecedentes y la población toma tales aseveraciones también dejando de lado las causas que motivaron las consecuencias que hoy vivimos, no puedo saber si es por desidia, por ignorancia, por falta de capacidad de raciocinio, por inducción, por mentiras, por engaños, por falta de compromiso, o la coexistencia de todas ellas, en distintos grupos humanos. ¿Solo vemos la punta del iceberg y no vemos el mayor volumen que la sostiene?

"Somos una nación que no construye historia, sino que estamos condenados a repetirla y ello porque, quienes manejaron las riendas del país no les interesó mejorar la educación ni el bienestar social, vieron al Perú como un botín, y porque, en general, consentimos seguir sufriendo, por unas migajas".

No está bien reclamar, renegar o proferir insultos, contra otros, por las consecuencias, cuando se ha sido parte primigenia e inherente de las causas que lo originaron. No puedes desentenderte del poder que tuviste en el momento de la elección, que lo ignores antes o la soslayes en el momento, no te exime de dicha responsabilidad irrenunciable, en su lugar, estamos ocupados, estúpidamente, en agredirnos unos a otros en lugar de buscar soluciones.

Algunos tendrán la intención, buena o mala, pero quien alcance la primera magistratura, asume la responsabilidad de conducir el país, está en la población decidir a quién otorgársela.

Nuestra historia siguió y sigue una tendencia sinusoidal (altibajos). A 200 años de la independencia, ¿tenemos algo que festejar?, ¿realmente somos libres e independientes?, ¿qué hemos avanzado como nación?, ¿cuáles son los retos?, ¿tenemos una identidad peruana?, por lo menos, la que parece ser, no es nada agradable.

El Perú será, lo que deba ser, si todos nos resolvemos a engrandecerlo. No tenemos más opción ni mejor momento, que ahora, aprender de los errores y de los horrores. No a la desunión, no a la violencia, no al mutuo desprestigio, ataquemos los problemas, no a las personas, no seamos “tontos útiles” de nadie, no lo merecen, busquemos el diálogo alturado entre nosotros, mejor si comenzamos a vernos como una sola nación.





Para construir el Perú que queremos se requiere del compromiso de cada uno, al final se trata de dignidad. Tenemos una gran responsabilidad para lograr ser el país con el que todos soñamos. Pero para ello, tenemos que superar muchos retos, con un objetivo en común, empezando por un auto análisis sincero y haciendo siempre lo correcto.

Solo inténtalo, por convicción propia, la selección natural hará lo propio.



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 "Hoy asume la presidencia un profesor rural. Tal vez sus ideas no nos gusten, su falta de experiencia nos dé miedo, la incertidumbre nos invada. Pero 200 años después de que nos inauguramos como República un hombre que pertenece a una clase que nunca tuvo acceso a ese y otros poderes se pone la banda presidencial. Simbólicamente es importante: en las comunidades campesinas y centros poblados del Perú los niños siempre eligen dos profesiones: policías o maestros, porque son las únicas formas como el Estado está presente en sus vidas. Hoy saben que si nacen a más de 3 mil metros de altura y sus padres son quechua hablantes pueden ser presidentes. El Perú sigue siendo ancho, pero hoy es menos ajeno. Y eso, más allá de las decisiones que tome Castillo para nuestras vidas, que tendremos que vigilar y defender tiene un valor enorme. De nosotros (y por supuesto de él también) depende que lo convirtamos en una oportunidad para cerrar brechas ancestrales o en una excusa para meter el dedo en la llaga y hacerla cada vez más profunda y dolorosa. Feliz 28. Sí. Feliz, dejemos de llorar sobre la leche que aún no se derrama. Esperemos con paciencia que nos traen estos tiempos".

(Patricia Del Río Labarthe).

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[1] BIOLOGÍA: Líquido convenientemente preparado para el desarrollo y estudio de las bacterias y otros microorganismos, en laboratorio.

SOCIOLOGÍA: Factor o ambiente propicios para el desarrollo de condiciones generalmente perjudiciales.

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