No saben lo que se pierden

Durante la etapa de mi vida, dentro de un centro superior, viví una experiencia tremenda, fortalecí mi estructura de conocimientos técnicos y paralelamente parte de mi formación personal, es decir, fortalecí el ímpetu por ser parte del mundo y la posibilidad de coadyuvar a cambiarlo, y no solo se trataba de una decisión momentánea, sino que se trataba de combinar una gran determinación, una férrea voluntad y una disciplina indesmayable para "tomar el toro por las astas", porque mi vida en ése entonces estaba rodeada de muchas limitaciones. Iniciada la aventura y extrapolada al futuro cercano comprendí que iniciaba una batalla por la vida, una gran batalla por mi vida, porque la UNI es la UNI, pretendiendo ganarle, más con armas del tipo mental (software) que del tipo hardware, entregando siempre lo mejor de mi, apoyado con la lectura constante de un cartelito en el gimnasio, de camino a clases, que decía: "Las grandes transformaciones de la vida, se basan en los pequeños cambios diarios". Entregado de lleno a ésa batalla, enfrentaba cada día con la consigna de lograr la gran transformación y por ende de ganarle la guerra a la vida. Ése cartelito, no era un simple cartelito.


Hoy, luego de tantos años e inmerso en el quehacer nacional vuelvo a estremecerme con alguna sensación de angustia, y no por lo que yo haga o decida, sino por las acciones de quienes tienen las riendas de nuestra vida, las riendas del país, la sartén por el mango, y porque nosotros estamos siendo sacudidos dentro de él, a voluntad de ellos, ellos que se agitan por la ambición de mas poder, sin dignidad, sin respeto por los demás, con falta de valores y con el cuajo de decirnos que son decisiones difíciles y que son tomadas en pos de "sanar las heridas".
A pesar de ser técnico no puedo abstraerme de lo que se decide por mi vida y por la de los demás compatriotas, siendo testigos de una realidad injusta.
Durante mi experiencia post claustro universitario a la fecha, lo que me ayudó a enfrentar las dificultades fue la resiliencia humana, ante una negativa siempre sonreía diciendo; "no saben lo que se pierden".




Con la sencillez que me caracteriza, invito a todos a decirle "a ellos", que; "no saben lo que se pierden","no saben de lo capaces que podemos ser", "no saben que lo último que se pierde es la esperanza", que, "no saben que podremos vencer las adversidades".

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